Treinta y nueve es una edad comiquísima porque muchos preguntan sobre qué se siente tener casi cuarenta y a muchos se les olvida que me queda un añito de mis 30. Y es que se siente raro hablar de los 39. Es como cuando eras nene y te preguntaban tu edad y decías seis y medio o alguna bobada así. Sin embargo, es una excelente lección para no adelantarnos a los hechos. Casi tengo 40; pero si decimos casi chocamos, eso significa que no chocamos y lo mismo aplica a la edad.
Ya mismito, pero todavía.
En una secuencia de años curiosos e intensos, este último no ha sido la excepción con varios eventos de vida que ciertamente marcarán dónde estoy y a dónde iré. Cuando falleció Mama en junio, el cantazo dio duro por cuan esperado haya sido. Fue un alivio por un lado y desgarrador por otro y en estos dos meses luego de su partida me he dado cuenta cuánto tiempo pasaba conectado a la chica de alguna manera u otra. Fuese un mensaje de texto, un post que le gustó y compartió, palabras de consejo y aliento con esa paciencia eterna que la caracterizaba o nuestras llamadas de la mañana y la tarde, siempre estábamos pendientes el uno del otro. Por eso la veo en tantos detallitos. Por eso me canta a través de cosas tan microscópicas, que sólo sirve para demostrar que un corazón lo ve todo, lo escucha todo… y también lo siente todo. De la misma manera, me ha enseñado mucho de quién y cómo soy, de lo que importa en mi vida y que soy la única persona responsable por asignar jerarquía e importancia a lo que vivo… y aunque nunca me gusta generalizar, en este caso me parece que sí nos aplica a todos.
Siempre he tenido momentos de introspección tratando de calmar el carnaval que hay en mi cerebro para buscar cordura en la locura y hacer lo que tanto amo. Escribir siempre me ha venido bien y hoy por hoy es esencial a mi salud emocional, mental, física y espiritual. En el último año me ha ayudado a superar un sinnúmero de cosas y a enfrentar retos de vida, incluyendo a Mama. Durante el día que falleció, estuve escribiendo algo para ella y se lo leí a la noche. También le leí poemas que he escrito y otras cosas que he publicado. Como escritor, las palabras para mí cobran múltiples significados y roles y me parece que esa relación continuará evolucionando. Siempre doy lo máximo por ser un hombre de mi palabra y un hombre de palabra, o más bien, palabras. Llevo escribiendo por años y aunque he cumplido algunos logros, todavía tengo muchas metas por cumplir, cuentos por capturar y palabras por compartir.
De las lecciones más valiosas que he aprendido en el último año es que no importa los retos, no importa lo triste que estés y lo mucho que duelan ciertos eventos, siempre podemos sonreír, siempre podemos dar lo mejor de nosotros y siempre podemos definir cómo manejamos lo que vivimos. En algunas cosas me queda muchísimo por aprender y crecer como ser humano. En otras, estoy feliz de cómo soy más que nada porque he puesto en práctica varias cosas que aprendí de mi madre y lo que quiero que me identifique como hombre, profesional y humano.
Mi más sincero agradecimiento por todo el cariño y todo el apoyo que me expresan continuamente. Los mensajes de felicitaciones por el cumpleaños, por cosas de los libros y los mensajes de apoyo y cariño a la familia son regalos y bendiciones al igual que las sonrisas que inspiran. Gracias por un excelente año y a ver qué más inventamos antes de la nueva década.
Un abrazo,
JD
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